Cocinando con la abuela

Cada lunes van turnando un día dulce, otro salado. De a poco se han ido atreviendo con los cuchillos, el fuego, medir ingredientes, saltear, freír etc. Lo mejor, el eterno lagrimeo picando la cebolla a lo que mi mamá se empeña en amainar poniéndoles la cascara en la cabeza (por mi parte lo mejor para no llorar con la cebolla son los lentes de natación esos de luca del súper).
Definitivamente el día para dejarse caer a almorzar en la casa, los lunes.
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